LAS 3AM EN PUNTO

Aun no abría los ojos pero se sentía ágil. Despierto. Listo. No pasó ni un segundo y tenía la necesidad de levantarse. TENIA que levantarse. No era necesario ir al baño y no había un solo ruido además de los ronquidos de siempre de sus perros.

Se incorporó y fue a sentarse al baño a perder el tiempo. Antes de encender la luz y con la mente limpia pensó: SON LAS TRES.  Lo primero que tuvo frente a su cara era el blanco reloj de pulsera que tranquilamente le decía con las manecillas: LAS TRES.

Ya había olvidado cuantas veces llevaba despertándose a la misma hora. Nunca recordaba un ruido o una pesadilla. Se despertaba porque si y sin recuerdos claros.  Ya le habían dicho que era un tema esotérico y relacionado con entidades etéreas, lo cual no definitivamente creía. Era firmemente descreído de dioses, ángeles y demonios.

Últimamente le ocurría más.  Qué hora era en Nueva York, Paris, en la India o en China? No importaba lo cansado que se hubiese dormido, a las 3 estaba listo. Se podría haber ido a cargar pesas o a trabajar en ese momento sin problema.

Lo más curioso había ocurrido hace apenas unos días: soñó con una amiga que después le relató el mismo sueño, es decir… se habían encontrado en un sueño.  Cómo era eso posible? En noches distintas se habían topado en un sueño!  Hasta se saludaron en él y quedaron de llamarse pronto… definitivamente algo muy raro, y como si la línea temporal como la conocemos no existiera.

Momento. Algo era distinto ahora. Quería hablar con su amiga y con otros que como él, se despertaban a la realidad a la misma hora.   Lo más fácil era recurrir al internet y ver quienes estaban conectados… quizá alguien tuviese la misma idea.

Cuando regresó a buscar su laptop, había algo diferente, alguien acostado en su lugar, alguien que respiraba de forma profunda, alguien a medio tapar, alguien…. era él.    ¡Ah que impresión!  ¿Cómo fue? ¿Qué ocurría?

Definitivamente no estaba muerto porque veía a su cuerpo respirar, y de pronto se le ocurrió algo divertido: intentar traspasar paredes o salir por el balcón y lanzarse para volar. Optó por lo último y al salir percibió el frio de la madrugada: curioso, no traigo mi cuerpo conmigo pero percibo el ambiente.

Estaba decidiendo si lanzarse o no porque quizá le dolería caer, cuando vio que en la sombra de los arboles de enfrente estaba parado alguien que le observaba profundamente. Eran varios, otros como él, que se habían levantado de sus cuerpos y se habían dirigido a la calle. Ahí estaba su amiga que vió en el sueño y muchos, muchos más. 

Una multitud de mentes ambulantes conocedoras de todo lo que estaba ocurriendo en la parte oscura del planeta. Donde sea que el uso horario marcaba las tres las mentes se desprendían de sus cuerpos en un viaje ya sin retorno para no volver la vista atrás, dejando sin dolor a los seres que amaron y sus propios cuerpos aún vivos y palpitantes.

Buscó la luna y encontró que parvadas de pájaros negros volaban vertiginosamente hacia un mismo punto en el cielo… espera, no eran pájaros, eran otros como él ascendiendo en espirales que generaban vientos huracanados azotando arboles y ventanas.  Eran como tornados distintos en toda la ciudad, todos en macabra ascensión oscura como cristos de los apocalipsis llamados por el Creador.

NOS VAMOS PARA SIEMPRE.  Por eso despertaba todos los días a las 3, no era la hora mala o la hora buena. Eran ensayos para todos aquellos llamados.  No había forma de resistirse o de decir que no. No le estaban preguntando.  La mayor parte se estaba quedando atrás dormida, y el resto se iba en ese instante. Sin cuerpos. No los necesitaban ya.

Mientras lo pensaba, ya volaba hacia el torbellino poderoso, en el vórtice estaba la razón de todo eso y los demás eran azotados en el aire mientras miraban hipnotizados ese vórtice. 

Hubo un apagón, se rompieron ventanas, estallaron los cables eléctricos y la conmoción despertó a los que se quedaban atrás.   Ese ya era su problema, porque no sentía amor ni preocupación alguna por todos ellos. 

Ni por nadie.

Antes de desintegrarse al entrar al vórtice, pensó: ‘Finalmente era verdad’. Porque el vórtice estaba formado por poderosas entidades etéreas que habían existido siempre, que no diferenciaban el bien del mal, la idea de Dios les resultaba absurda y nunca le habían conocido. Isis, Baal, Yavé, Amon … todos en una orgía de poder como nunca se había visto en la historia del planeta, se habían reunido para atraer a las mentes con más poder energético y usarlas como fuente de energia en lo que estaba a punto de dar inicio.

Amenazante, formidable y portentoso, ese enorme poder se concentró en el cielo, y rugiendo implacablemente asestó el primer golpe mortal de una serie interminable de mazazos  que no concluiría hasta liberar por completo al planeta de la escoria que le agobiaba. Esto es, el Fin del Mundo.